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Abstract

La historia de un una iglesia, es imposible contarla, si se obvia las crónicas de las misiones. Son estas últimas, las que le dan vida y continuidad. Este artículo, pretende hacer una breve reseña histórica, del desarrollo de las misiones, en la Iglesia del Nazareno en Cuba. Comenzamos, con la señorita Leona Gardner, misionera norteamericana, que llegó a la isla en el año 1902. La misma, predicó el evangelio, en la zona de Casilda, Trinidad, antigua provincia de Santi Espíritus, durante 25 años. El mérito estriba, que aunque no logró plantar una iglesia conocida o formalmente instituida, se entregó a la obra, con pasión y perseverancia. Por ello se le reconoce, como la primera misionera nazarena. Luego de 18 años, llegan a la isla, en el año 1945, Lyle Prescott y su familia. Este, quien fuera asignado por la Misión Mundial de la Iglesia del Nazareno, como Director de la obra, realizó una labor misionera encomiable. En una casa en Santo Suárez, se celebró el 26 de mayo de 1946, la primera escuela dominical, fecha en que se tiene por fundada la Iglesia del Nazareno en Cuba. Luego se organizó en el mismo año, la primera iglesia, en La Habana Vieja. De ahí en adelante, continúa Lyle, conjuntamente con los misioneros Hall, Hendrix y Coolidge, fundando iglesias en la Habana y otras provincias, hasta llegar a la cifra de 18. Así también, se les atribuye la creación y habilitación de un Instituto Bíblico. Prescott se retiró de Cuba en el año 1957, los últimos misioneros, lo hicieron en 1960, producto del triunfo revolucionario. La iglesia cubana, quedó en manos de los pastores laicos, formados por estos, los que guiados por Dios, no dejaron morir la obra que les fuera legada. El pueblo de Dios, vivió momentos muy difíciles, sobre todo por la desfavorable relación iglesia- estado y el aislamiento, con respecto a la Sede nazarena en el exterior. Ya en el año 1979, cuando se tuvo en Cuba, la visita del primer Superintendente General, el líder nacional cubano, rindió informe del trabajo desplegado. Hemos querido resaltar, el curso ascendente de las misiones, en las diferentes etapas históricas del país, así como la multiplicación de los obreros. Tuvimos a bien, exponer testimonios del desempeño de algunos misioneros autóctonos, en representación de los tantos siervos que con lágrimas han segado. Reconocemos, la valiosa ayuda, que ha recibido la obra misional cubana, de hermanos nazarenos de otros países y de la Región de Mesoamérica, fundamentalmente en recursos financieros y de otra índole, a partir de finales de los años 90. Este artículo habla por sí solo, de lo sacrificado que resulta el trabajo misionero y del respaldo de Dios, a ese hermoso ministerio. Es un llamado a no olvidar la historia y a los que la hacen y a formar parte de ella, cumpliendo la gran comisión, hasta la venida de Cristo.

DOI

10.7252/Journal.02.2024F.08

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