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Abstract

n Ecuador, la mayoría de los casos de viudez corresponden a mujeres, muchas de ellas creyentes. Aunque no puedo asegurar que esto sea cierto en todos los casos, mi experiencia me ha mostrado que muchas viudas se sienten solas y desprotegidas en algún momento de su vida. Este artículo reflexiona sobre la afirmación bíblica de que Dios está cerca del afligido y abatido para fortalecerlo (Salmo 34:18 y Salmo 73:26), enfocándose en el sentimiento de soledad que acompaña a la viudez, a la luz de la Palabra y mi propia experiencia. El documento se divide en cuatro apartados. En los dos primeros, se contextualiza cómo los momentos gratos vividos en la obra de Dios y en la familia se convierten en recuerdos que, paradójicamente, alimentan ese sentimiento de soledad que experimenta una viuda. En el tercer apartado, además de esos recuerdos, se destacan otros momentos menos gratos que surgen durante la viudez, los cuales se traducen en quebranto del corazón y abatimiento del cuerpo. Finalmente, en el último apartado, se muestra cómo Dios se acerca y fortalece a la viuda de diversas formas, muchas veces inesperadas. Esto confirma que Dios fortalece el corazón y el cuerpo de las viudas, otorgándoles el tesoro más grande: el de poner gente buena en su camino. En verdad, la Palabra se cumple: Dios defiende y sostiene a las viudas (Salmos 68:5 y 146:9b).

DOI

10.7252/Journal.02.2024F.12

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